Todos queremos tener el mejor físico, ser los más inteligentes o los más
felices; pero te has preguntado ¿cómo podemos llegar a logarlo? Pues todo recae en los hábitos.
Crear un hábito no es difícil, y aquí te demostramos por qué.
¿Qué son los hábitos?
Un hábito es toda aquella serie de acciones que hemos implantado en nuestra
vida, que se vuelven tan cotidianas, que podemos llegar a realizarlas sin
darnos cuenta.
Si te grabaras cada mañana al despertarte, te darás cuenta que la serie
de movimientos que realizas para levantarte de la cama es casi siempre la
misma. Pues eso es porque los has hecho tantas veces, que tu cerebro en vez de
desgastarse cada mañana en pensar cómo nos deberíamos levantar de la cama, ha
tomado el camino más sencillo, lo ha
hecho un hábito.
No puedes eliminar los malos hábitos… ¿entonces?
Te has preguntado ¿Por qué cada vez que intentamos quitarnos un mal
hábito de encima fallamos tan estrepitosamente? Pues porque los hábitos no se quitan, se reemplazan.
Si verdaderamente deseas eliminar un mal hábito, no tienes que
suprimirlo, tienes que reemplazarlo por otro que te cree la misma recompensa.
Basado en el método que Charles Dughigg expone en su libro “The power of
habit”, un hábito funciona de la siguiente manera:
¿Cómo funcionan los hábitos?
Los hábitos siguen el siguiente patrón:
1-
Señal
2- Rutina
3-
Recompensa
Señal.
La señal es
aquello que nos despierta la necesidad de realizar esa acción específica, es eso que dispara la realización del hábito.
Por
ejemplo, si no puedes parar de comer entre horarios aunque no tengas hambre,
hay algo que te hace querer comer en primera instancia; esto puede ser que pase
cada vez que estás solo en casa, o cuando no tienes nada en qué ocupar tu
mente, si vez algún anuncio televisivo, etc.
Rutina
La Rutina es
la acción en sí, en el ejemplo anterior sería el hecho de sacar unas galletas
de las despensa y empezar a devorarlas. Para un fumador, sería la acción de
fumar, o para un alcohólico beber. Es meramente el “hábito”.
Recompensa
Es aquello que nos hace sentir la realización de ese hábito. Ese
pequeño instante de placer producido por la dopamina en nuestro cerebro. Que es, en efecto, el causante de que queramos realizar constantemente ese hábito.
Pero la
buena noticia es que podemos aprovechar ese mismo mini-instante de placer para deshacernos
de esos horribles hábitos que nos alejan de la calidad de vida que queremos
llevar.
Cómo
reemplazar los malos hábitos.
Ya que
entiendes cómo funcionan los hábitos, llegó la hora de que conozcas como
eliminar aquellos que odias, y adquirir esos nuevos hábitos que tanto has
querido adoptar.
Paso 1:
Define el hábito que deseas reemplazar.
Elige el
hábito que más te moleste actualmente y decídete a eliminarlo de una vez por todas.
Paso 2:
Identifica la señal
Este paso no
es tan simple como el primero, requiere que te concentres y analices qué haces o sientes siempre justo antes de
caer en ese hábito. SIEMPRE hay un factor común, te doy un ejemplo:
Comerse
las uñas: Puede producirse
cada vez que tienes que esperar en una fila, o cuando te sientes aburrido,
o tal vez cuando te sientes incómodo en
alguna situación, etc.
Ahora identifica
qué dispara ese hábito que quieres remover, y continúa al paso 3.
Paso 3: Identifica
la recompensa.
Si volvemos
al ejemplo de las uñas, deberías hacerte este tipo de preguntas: ¿qué sientes mientras o después de comértelas? ¿Tranquilidad?
¿Te gusta la sensación de morder la uña y sentir como se desprende el pedacito?
¿Esa sensación te crea una satisfacción difícil de entender para los “no
comedores de uñas”?
Ahora, ve a los más
profundo de tu ser y encuentra ¿Qué sientes cada vez que realizas ese hábito?
Paso 4: Elige
el reemplazo.
¿Recuerdas
que al hábito le llamamos “rutina”?, pues llegó la hora de reemplazarla.
Debes elegir
CUALQUIER ACCIÓN, la cual vas a realizar cada vez que “la señal”
aparezca.
Como identificaste la "señal", y realizarás una "rutina", tu cerebro por inercia tenderá a crearte la "recompensa", él en realidad no se dió cuenta de que la "rutina" cambió.
De esa manera, poco a poco tu cerebro empezará a relacionar la misma “recompensa” con la
nueva “rutina”. Y créeme, hasta lo más
ridículo funciona como reemplazo. Por ejemplo:
Si deseo
dejar de comer cuando no tengo hambre:
Cada vez que
identifico “la señal”, voy a parar de hacer lo que sea que esté haciendo, saltaré 30 veces en el mismo lugar. y me tomaré un vaso de agua.
O si quiero
dejar de comerme las uñas:
Cuando
identifico la señal, en vez de llevarme la mano a la boca, voy a frotar los
dedos de mi mano muy fuertemente unos con otros.
Es importante que los reemplazos sean acciónes que conlleven emociones fuertes, ya sean físicas o emocionales. Como saltar, reír, bailar o cualquier cosa que genere que nuestro cuerpo cambie su estado. El simple hecho de tensar los músculos de los brazos o piernas lo más fuerte que se pueda por unos segundos es suficiente. Pero entre más intensa la acción, mejor.
Simple, pero con la dedicación necesaria, los antiguos hábitos desaparecen.
Y puede que
parezca “muy simple para funcionar”, porque efectivamente, lo es. Al principio
esas acciones te parecerán muy poco naturales, pero te aseguro que en tu
cerebro están ocurriendo estas dos cosas:
1. Tu cerebro se está dando cuenta que
ahora para obtener ese mini-placer, ya no necesita hacer eso que hacía sino algo
nuevo, por lo que poco a poco comienza a relacionar
esa “recompensa” con la nueva “rutina”, hasta que llega un punto donde el viejo
hábito queda en el olvido.
2. Además esa “recompensa” ahora se ve
multiplicada, pues al darte cuenta que has logrado reemplazar el hábito (aunque sea una vez), te emocionas, y por ende, la
dosis de dopamina liberada es aún mayor, y de esa manera tu cerebro ¡va a querer seguir realizando esa acción!
pues se dio cuenta que el mini-placer obtenido con la nueva rutina es más
grande.
Es
importante destacar que es vital que realices siempre la misma rutina, esto es
lo que ayuda a que tu cerebro se adapte. El reemplazo debe ser una o unas
acciones muy específicas que te
comprometes a realizar cada vez que
identifiques la señal.
Al principio
no es fácil, pero conforme tu cerebro se vaya dando cuenta de estos
detalles explicados anteriormente, te aseguro que él hará el trabajo por ti.
En los
estudios más recientes, se ha comprobado que para crear o reemplazar un
hábito se necesitan 66 días.
Por lo
tanto, aunque no sea fácil, no dejes de
practicar estos consejos hasta que no los hayas realizado por un mínimo de 30
días, dale su tiempo al cerebro para que se adapte, toma tiempo, pero te
aseguro que lo hará.
Solo hay que ser pacientes, y saber que los cambios más
valiosos, tardan en llegar.
El cambio está
dentro de nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario