Fue hasta ese momento, cuando se dio cuenta que se había equivocado. La idea de no existir le abrumaba, vivir era lo único que había conocido y dejar de hacerlo le aterrorizaba.
En este momento, lo único que pasaba por su mente era su pasado; vagos recuerdos de su niñez y adolecencia, y monótonos fotogramas de su adultez manchados por la tinta de la rutina. No tuvo una mala vida, gozó de bien económico y nunca le faltaron amigos; pero no se sentía bien.
Durante toda su vida, esperó aquello que el destino tenía guardado para él, pero hasta este tardío momento, comprendió que el destino no era una intercesión mágica del universo, sino aquello que nos merecemos según las desiciones que tomamos en el camino.
En este momento, lo único que pasaba por su mente era su pasado; vagos recuerdos de su niñez y adolecencia, y monótonos fotogramas de su adultez manchados por la tinta de la rutina. No tuvo una mala vida, gozó de bien económico y nunca le faltaron amigos; pero no se sentía bien.
Nunca se lo había preguntado hasta ese instante, pero no era feliz. Por dentro estaba vacío. Al volver a ver atrás, no desea más que haber continuado con su carrera musical en vez de cumplir el deseo de sus padres de graduarse de una universidad, o haber hecho aquel viaje para el cual se preparó toda su vida, pero nunca realizó.
La vida acababa de darle su trago más amargo, la última lección y a su vez, la más dolorosa... el arrepentimiento. Piensa en lo que su vida hubiera sido si no se hubiera tomado las cosas tan en serio, si hubiera dedicado su vida a perseguir sus sueños, si se hubiera preparado menos y hubiera actuado más.
El creía que su vida estaba bien, pero estar cómodos no siempre es estar bien, y él lo aprendió de la peor manera. El miedo fue más fuerte que sus sueños, el miedo fue más fuerte que sus ganas de vivir.
La vida acababa de darle su trago más amargo, la última lección y a su vez, la más dolorosa... el arrepentimiento. Piensa en lo que su vida hubiera sido si no se hubiera tomado las cosas tan en serio, si hubiera dedicado su vida a perseguir sus sueños, si se hubiera preparado menos y hubiera actuado más.
El creía que su vida estaba bien, pero estar cómodos no siempre es estar bien, y él lo aprendió de la peor manera. El miedo fue más fuerte que sus sueños, el miedo fue más fuerte que sus ganas de vivir.
Mientras sus propios pensamientos le atormentaban, después de 88 años de vida, su conciencia se apagó progresivamente, para jamás volver a ver la luz.
Él fue como muchos, y muchos serán como él.
La buena noticia es que ser como él o no, está en nuestras manos. Tu qué decides?
El destino no está escrito, es nuestro deber redactarlo.
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